Como digo, lo que tienen los torneos es que los altibajos son de aúpa. Tan pronto puedes pasarte 38 torneos sin entrar en el dinero, como puedes hacer tres mesas finales consecutivas. Lo sé, soy consciente de que esto es así, aunque hasta ahora no he tenido que sufrir mucho. He ido entrando en los premios con regularidad, he hecho varias mesas finales y he terminado en los primeros puestos unas pocas veces. Agosto fue el peor mes. Durante ese mes dediqué todo mi tiempo a jugar torneos y como no gané ningún premio importante acabé en números rojos. En septiembre gané el 110 garantizado de Mansion y un paquete para el Aussie Millions, con lo que recuperé con creces mis inversiones. En octubre quedé 2º en el Super Wednesday de Party Poker y 3º en el 150 de Mansion. Y en noviembre no he hecho nada bueno hasta el momento, pero he llegado lejos varias veces y eso hace que no esté perdiendo mucho.
Calculo que hasta ahora habré obtenido un ROI del 80%. Digo “calculo” porque no lo sé con exactitud: al principio no imaginé que fuera a tomarme tan en serio esto de los torneos y no llevé las cuentas. Fue un poco descuidado por mi parte, pero desde octubre anoto en una hoja de cálculo cada entrada que pago y cada premio que consigo.
También llevo una agenda de torneos. A lo largo de la semana, juego torneos en diez salas de poker diferentes (y tengo pensado abrir cuentas en dos más). Es un poco lioso, pero si se quiere participar semanalmente en un gran número de torneos de entrada decente, no hay más remedio, hay que desplazarse de una sala a otra todo el tiempo. Desde luego, nada comparable al hecho de tener que viajar a Australia para un torneo. Con lo poco que me gusta volar, maldita sea.