Lo Bonito que Tiene el Poker

¿Cuánto hace que empezó esta mala racha?, ¿quince, veinte días? Creo que una cosa así. ¿Y cuánto dinero he perdido en ese tiempo? Alrededor de los $300. Muy poco, la verdad. Lo mínimo, dadas las circunstancias. Ha habido varios días en los que me he retirado la mar de satisfecho con mis pérdidas.

El martes, sin ir más lejos. De las 500 manos que jugué en Hold’em sin límite sólo gané quince, un tres por ciento. En cambio, ¡sólo dejé escapar $20! De haber jugado con menos disciplina hubiera perdido muchísimo más, porque mis cartas eran asquerosas; asquerosas de verdad. Lo que hice fue jugar pocas manos, no intentar faroles y no ir a ligar jugadas después del flop. Es que cuando se está inmerso en una mala racha, cualquier cosa que se intenta sale mal. Por lo tanto, mejor ser prudente y no intentar mucho.

Habrá quien diga que jugar así es jugar con miedo, y yo estoy de acuerdo. Cuando todo te sale en contra, juegas con miedo. Pero calculo que si estas semanas hubiera practicado mi juego habitual hubiera perdido más de $1.500. Tranquilamente. Así que es bueno jugar con miedo cuando hay motivos para tener miedo.

Os habréis dado cuenta de que estoy hablando como si mi mala racha fuera cosa del pasado… Bueno, es imposible saberlo a ciencia cierta, pero tal vez la mala racha haya concluido ya. Los dos últimos días he ganado. De hecho, he ganado a lo grande. Entre ayer y anteayer he ganado más dinero del que había perdido durante toda la mala racha. Y así, ya vuelvo a sonreír, ya vuelvo a ser ese muchacho de carácter alegre y dicharachero que siempre fui.

Es lo bonito que tiene el poker. Durante tres semanas te hartas de perder, hasta el punto de que el mero hecho de pensar en las cartas te produce nauseas, y luego, en un par de sesiones buenas, pum, lo recuperas todo. La paciencia acaba viéndose recompensada.