No voy a hacer apuestas sobre mi futuro como jugador de poker. Pero está claro que sólo pueden ocurrir dos cosas. Una, que gane; la otra, que pierda. Me he fijado un presupuesto de $2.000 y no voy a parar hasta que lo multiplique por 100 o lo divida por 2.000. Si ocurre lo último, no pasa nada, con el dólar que me sobre me compraré las cuchillas y me cortaré las venas.
Y bueno, ¿qué dice mi mujer de que quiera arriesgar nuestro dinero jugando a las cartas con desconocidos? Le parece bien. Considera que he tenido una gran idea. «Lo que quiero saber», me ha soltado a bocajarro, «es cuánto vas a ganar desde ahora hasta octubre». Para sacármela de encima le he contestado que, bueno, sobre unos seis mil dólares… más o menos, lo que a ella le ha parecido genial. O sea, me parece increíble lo ilusa que puede llegar a ser alguna gente.
Ahora me marcho a estudiar. Me han llegado los libros que pedí a Amazon y estoy ansioso por empezar a leerlos. Theory of Poker, Winning Low Limit Hold’em, Internet Texas Hold’em y Big Deal. Como se puede ver, me he gastado una pasta en manuales de poker, pero soy de los que piensan que cuando uno se pone a hacer una cosa, tiene que emplearse a fondo (sobre todo cuando hay dinero en juego).