Tenía pensado hablar un día más de mi mala racha y de las malas rachas en general, pero creo que voy a pasar… ¿Para qué torturarme? He decidido que hoy voy a hablar de algo mucho más gratificante: las buenas rachas; y de una buena racha en particular: la mía. Porque, con excepción del viernes, en los últimos siete días no he parado de ganar. Parece que por fin los Dioses del Poker se han dado cuenta de la tremenda injusticia que se estaba cometiendo contra mí y han decidido meter mano.
La verdad es que no sé si esto es una buena racha o si es que simplemente las cosas han vuelto a la normalidad. Sea como sea, vuelvo a ganar. Y en consecuencia he deshecho los cambios que efectué para adaptarme a la mala racha; ahora juego más horas, juego en un nivel de apuestas más alto, voy a más manos, hago más faroles, miro menos la tele.
Ayer, en particular, fue un día excelente. Parecía que nada me podía salir mal. Ganaba incluso cuando cometía un error. De verdad. Fijaros en lo que me pasó en Party Poker, jugando a no-limit en tres mesas de compra máxima $50.
En un momento dado yo estaba ocupado con lo que pasaba en una mesa, pero de refilón pude ver que en una de las otras dos mesas me había salido AA. Al terminar la mano que me tenía ocupado, vi que en la mesa en la que tenía los dos ases un jugador había subido $6 y otros tres le habían igualado. Qué raro, me dije, creo que voy a ir all-in. Así que puse sobre el tapete todo lo que tenía, $94, convencido de que al menos uno me iba a hacer call. Y entonces, nada más hacer all-in, miro mis cartas y, oh noooooo, queeeeeé es esoooo…
Me había equivocado de mesa y mis cartas no eran AA, sino A4. La confusión se había debido a que en las dos mesas estaba sentado en el mismo asiento y en las dos tenía la ciega grande en aquel momento. Qué coincidencia tan inoportuna.
El caso es que para mi sorpresa los tres primeros jugadores hacen fold, y el cuarto, que tiene $70, se lo piensa un buen rato y al final escribe en el chat «esta vez te voy a creer» y también hace fold.
Ufffff.
Pero yo que soy un poco cabroncete decido aprovechar la ocasión para darme un poco de publicidad y muestro mis cartas: A4. Acto seguido, recibo insultos por todos lados.
Dos manos después me sale KK y subo $6. El jugador que va después de mí hace all-in con todo lo que tiene, $12, y otro jugador lo ve. Yo en este momento tengo un stack de $120 y el jugador que ha igualado es el único de la mesa que me tiene cubierto con sus $140, y me digo que no quiero perder todo mi stack con KK y sólo hago call, dispuesto a retirarme si la cosa se pone chunga. Y en el flop sale K-8-A. Apuesto $14 y el otro me hace call, y yo pienso: «No puede tener AA, ¿verdad? No, no, no, no puede tener AA. Hubiera subido pre-flop, ¿verdad? Hubiera subido. Sólo tiene un As. Sólo uno. Un solo As, un solo As, un solo As». Pero sé que tenga lo que tenga voy a jugar la mano hasta el final. ¿Qué otra cosa puede hacerse con tres Ks…?
El caso es que en la cuarta carta apuesto $32 y él sube a $64 y yo igualo y pongo los últimos $30 que me quedan y el los ve. Y se descubren las dos manos y los $247 que hay en el centro se desplazan hacia mí. ¿Sabéis lo que tenía mi adversario? AQ. La reciente jugada del A4 había hecho mella.